La suave brisa de aquella tarde de otoño hacia que tu pelo bailara mil danzas distintas reflejando los últimos rayos de un sol que se resistía a marcharse. Allí, con la mirada perdida en un horizonte bañado de todos los rojos posibles, me hubiera gustado sumergirme en tus pensamientos para acariciarlos y susurrarles palabras de esperanza.
Pero permanecí callado, empapándome de la imagen, saboreando cada segundo de ese momento infinito.
Si a la vida la definen las historias grabadas en nuestra memoria, ese instante en el que te giraste y me miraste bien vale haberla vivido.
En tus ojos sentí perderme, abandonado de los hilos del destino mundano, volando a través de montañas imposibles. Salté a un vacío sin fin y encontré las respuestas a preguntas que nunca me había hecho. Fue allí, en medio de ese azul eterno donde te comprendí. En el reflejo de tu mirada pude ver destellos apagados hace ya mucho tiempo. Enterrados bajo miles de nuevas historias, allí reconocí tus primeros pasos, llenos de inocencia y dudas.
Durante ese momento sin principio ni final todo dejó de importar. En esos segundos infinitos la vida dejo de soportar la pesada carga de los fracasos, de los errores, de las incertidumbres. Solo éramos tú y yo y un nuevo tiempo por comenzar.
Pero el instante se desvaneció, tú volviste a mirar hacia el interminable horizonte y yo volví a ser yo, incapaz de retenerte por más tiempo.
Han pasado ya muchos años desde aquello, años en los que decidimos caminar por sendas distintas.
Hoy me siento como lo hiciste tú aquella tarde de otoño frente al mismo horizonte. Frente al mismo sol que, impasible, no entiende de personas que lo observan, no le preocupan sus pensamientos ni sus anhelos. Miles estuvieron ya aquí, miles lo estarán. Hoy soy yo el que navega por el océano de sus recuerdos intentando encontrar las migas de pan que le indiquen cuál es el camino correcto.
Y sobrevolando mis recuerdos, como un círculo perfecto, giro y poso mi mirada sobre dos nuevos y profundos agujeros hacia el infinito. Una nueva imagen para el recuerdo. Otro instante sin fin. Otro momento efímero.
Así, hasta el final de los tiempos.