Respuestas

Dejamos que el tiempo pasase, y lo perdimos buscando imposibles.

Nos alejamos del sendero y, así, terminamos encontrando caminos a ninguna parte.

No entendimos, quizá, que nada había que buscar. Que lejos de destinos escritos en piedra, la vida la moldean nuestras propias manos, nuestras propias decisiones.

Me vienen a la memoria los ancianos de aquel rincón escondido, contándome en su lento caminar, que nunca se llega demasiado tarde. Ellos, que pasean con la calma de quien ha visto ya todo en la vida, disfrutan de la espera, de la pausa, de la quietud, pintando de significado los momentos.

Tal vez en ese tiempo que aparenta estar vacío, aprovechan para dejar de buscar respuestas en lugares remotos y deciden navegar en las tempestuosas aguas de sí mismos, aun con miedo, aun con incertidumbre.

En medio de esa tormenta, donde el pasado dejó de ser una carga y el futuro dejó de importar, encuentran la paz. Encuentran el sosiego suficiente para abandonar las correas que los amarran a una realidad desfigurada.

Olvidan los fantasmas que les impedían concilar el sueño. Se olvidan de todo por un rato. El suficiente para caer en la cuenta de que nunca hubo respuestas, nunca necesitaron buscarlas, porque nunca fueron necesarias las preguntas.

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