Nubes de papel

El frío de una mañana cualquiera se colaba entre los huecos de esa ventana entreabierta, haciendo bailar las cortinas con la suave calma de las cosas que nunca tendrán prisa.

El sol comenzaba a alumbrar hasta los rincones más oscuros de la habitación, como queriendo desnudarla por completo, convirtiendo ese instante de contemplación en un momento casi mágico.

Ecos de recuerdos que se mezclaban con el sonido de la melodía eterna del presente. El aquí y el ahora luchando por permanecer por siempre, anhelando ser al mismo tiempo pasado y futuro.

Construimos nuestra vida de esos legajos, de esas frases escritas sobre un viento cambiante, donde los siempres nunca son eternos y los nuncas siempre terminan siendo por un rato. Quisimos volar a cielo abierto y tocar con los dedos nuestros sueños. Y sobre nubes de papel, nosotros, confiados de nuestra suerte, creímos ser dueños de nuestro destino.

Un destino que nos dio a elegir, frente al gran abismo de un porvenir desconocido, entre la calma de una cotidianidad anodina y una lucha sin cuartel entre dos mundos, entre dos miradas, entre dos formas de saltar al vacío de la vida.

Elegimos ser nosotros. Tú y yo.

 

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